Humildad de creatura
Reconocer nuestra nada: de la nada venimos, por el poder de un Dios omnipotente que nos ha amado. El primer pecado es no reconocer su preminencia, pretendiendo la nuestra. Conjurar el riesgo de la soberbia, manteniendo en nuestra mente a Jesús y ejercitándonos en actos de humildad.