Misericordia



Pedir perdón y perdonar

Jesús narra la parábola del siervo despiadado (cf. Mt 18, 21-35), y nos hace comprender lo ilimitado del perdón. Y es que, después de que el Señor pagó con su Sangre todas nuestras ofensas, ya no podemos ir por un camino distinto al del perdón, que incluye dejar de lado toda manifestación de venganza, por ejemplo, ignorando a la persona. Y, cuando nosotros somos los que hemos ofendido, es muy sano siempre pedir perdón.