Perder el miedo a la mortificación
Jesús pone, como condición para su seguimiento, la negación personal. No es algo sencillo, pero sí resulta imprescindible. Lo difícil de la mortificación, decía el santo cura de Ars, es solo el primer paso. Habiéndonos decidido, todo se suaviza y, lo que es más importante, la vida interior experimenta un ascenso y se da fruto. Como el grano de trigo que muere.