Las argucias del demonio
Van al infierno quienes han destruido en sí mismos toda verdad y todo amor. Lo propio de la condenación –porque es lo propio del enemigo de Dios- es la soberbia y el pecado. Desenmascaremos al maligno enemigo que se insinúa con argucias sutiles y en apariencia inofensivas, hasta que logra apartarnos de la vida contemplativa. La Misa y la Comunión son poderosísimos exorcismos.