Tentaciones permanentes
El Verbo de Dios hecho hombre quiso igualarse a nosotros en todo, excepto en el pecado. No rehuyó, por tanto, las tentaciones. No solo las que sufrió los cuarenta días en el desierto, que se intensificaron al final de su ayuno, sino que las sufrió siempre y de todo tipo. Aprendamos nosotros que también estarán las tentaciones de continuo en nuestra vida, y tengamos la seguridad de poder vencerlas siempre con la gracia de Dios.