Secularidad y coherencia
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal, pedía Jesús a su Padre. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Saber la ambivalencia: por una parte, el mundo es creación de Dios y por tanto es bueno, pero por otra, en él se observan las consecuencias del pecado, y nos podemos inficionar de mundanidad. Dios se entusiasma con corazones completamente suyos.