Da culto a Dios en tu interior
Muy al principio de su evangelio –en el capítulo 2–, san Juan relata la expulsión de los mercaderes del templo. “La casa de mi Padre es casa de oración”, decía Jesús mientras volcaba las mesas. Cuidemos la casa del Padre que somos cada uno de nosotros: templos de Dios, donde se le alabe, manteniéndonos siempre en diálogo, en continua comunicación, conscientes de su Presencia.