Santidad para todos
El diálogo con el joven rico es una propedéutica de la santidad. No basta, para ella, cumplir los mandamientos; es preciso también desprenderse de todo (ascética), Pero ahí no termina el proceso: se debe ir con Jesús y seguirlo, permaneciendo con Él. Por eso la santidad es amor, y no reprime ninguna de las más altas aspiraciones de nuestro corazón, sino que las colma.