Santidad



La Obra de Dios

San Josemaría no sabía qué nombre debía darle a aquello que Dios le había inspirado. Su confesor de entonces le preguntó un día: “¿Y cómo va esa obra de Dios?” Fue una nueva luz. El nombre le parecía un atrevimiento, pero era también una realidad: la Obra no era suya, como tampoco nuestra. Dejemos que la obra propiamente de la gracia, lo propiamente divino, sea lo que nos haga ser verdaderamente obra de Dios.