Conserva la paz
La paz es una herencia que nos dejó Jesús. No una paz cualquiera, sino su propia paz: “La paz les dejo, mi paz les doy”. Cuidemos de no perderla, porque Dios no puede actuar en un espíritu turbado. Enojos, miedos, prisas, estrés, preocupaciones, fracasos… muchos son los motivos, pero ante todo, conservemos la paz, señal de ser movidos por el Espíritu.