El pecado en mí
El pecado es el rechazo del amor de Dios. Es exclamar: ¡no quiero atarme a tus cadenas! Existe profusamente en el mundo, y no somos inmunes. De ahí la necesidad de mantener la piel fina. Pero hace falta también reconocer su existencia en nuestro interior, quizá como hábitos inveterados, ocultos bajo razones especiosas. ¿En qué ámbitos me uno a la chusma que grita, pidiendo la crucifixión del Señor?