Pobreza para amar mejor
El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza: para estar con Jesús es preciso vivir la pobreza. Dios quiso recordarlo a través de san Francisco y del franciscanismo. Para seguir a Cristo se precisa la libertad del corazón: “cuando se descuida la pobreza es que va mal toda la vida interior”, decía san Josemaría. Y es, además, condición indispensable para dar fruto.