El Arquitecto es Dios
Parecería que somos nosotros el “arquitecto” de nuestro propio destino, pero en realidad, es Dios quien nos ha diseñado el plano de nuestra vida. A nosotros nos toca desarrollarlo. Con la conciencia de que una vocación es un “acto creativo divino”, y por eso implica la responsabilidad de ejecutarlo adecuadamente.