Purgatorio



Purgatorio y purificación

La doctrina católica de la existencia del purgatorio –y, por tanto, del valor de los sufragios por las almas ahí retenidas– no es aceptada por las confesiones protestantes y tampoco por la iglesia Ortodoxa. Pero, además de verdad de fe, es un dogma consolador. Fuego de amor que puede adelantarse con la purificación en la tierra, sobre todo con la purificación de lo recóndito del alma.



Purgatorio y Comunión de los Santos

En la Jerusalén celestial, “no entrará nada manchado o impuro” (Apoc 21, 27). La existencia del purgatorio es una consoladora verdad de fe. Nos hace sabernos miembros unos de otros, dentro del Cuerpo Místico de Cristo. Esa mutua interdependencia es un honor, porque todos participamos de los méritos de todos, y una responsabilidad, ya que contribuimos al bien –y al posible mal- de los demás.



El purgatorio es un don

¿Qué haríamos, de no existir el purgatorio? ¿Podríamos introducirnos al Santo de los santos, así como somos, llenos de tendencias desordenadas? Por eso Dios se empeña en adelantarnos el purgatorio en la tierra, a través de padecimientos físicos y morales: son purificación (me limpian), y merecimiento (me encienden en el amor que requiero para entrar al Cielo).