Camino para la contemplación
Subió al monte a orar y, mientras oraba, se transfiguró su rostro y sus vestidos se tornaron de una blancura fulgurante… En el Tabor, Jesús suspende el milagro de ocultar su divinidad, y los apóstoles se muestran extasiados. San Juan Pablo II veía en ese misterio una enseñanza para ser contemplativos: fijando los ojos en el misterio doloroso de la humanidad de Cristo, podremos alcanzar a percibir su fulgor divino.