Convertirse es ir a Jesús
“Un corazón contrito y humillado Tú no lo desprecias”, reza el Salmo 50. La santificación se entreteje de muchas conversiones. En cada instante puedo hacerlo, en cada instante puedo “ir a Dios”. A eso me invita la Cuaresma, y eso a su vez me indica la continua asistencia de la gracia, pues yo no podría hacerlo sin una acción preveniente de Dios.