Ayuda mutua y corrección fraterna
El hermano, ayudado por su hermano, es fuerte como ciudad amurallada. Hay una filiación divina y, derivada de ella, una fraternidad de lazos espirituales (“más fuertes que los de la sangre”, decía san Josemaría). Todos somos vulnerables, y necesitamos ayudarnos en los más diversos campos. ¿El tono? La delicadeza extrema. ¿Lo más importante? Ayudarnos a ser santos, practicando la corrección fraterna.