Cruz: amarla y alegrarnos con ella.
La sombra de la Cruz se proyecta en toda la vida del Señor. Y también en la historia del cristianismo… y de cada cristiano que busque asociarse a la gloria de la resurrección. No la cruz del asceta que se desgasta por un ideal personal, sino la Cruz regada por la Sangre del Crucificado. Una cruz sin amor trae consigo la amargura y la rebeldía. Meditación del Via Crucis y amor a los crucifijos.