Familia



En cada mamá está María

Dios nos ha dado buenas madres para que sepamos cómo es María. ¡Qué gran responsabilidad para cada mamá! Hacer presente a la Santísima Virgen en su hogar. Primero, por la limpieza completa de todo pecado. Segundo, por su bondad, porque María es la bondad. Y luego, por las virtudes que la hacen hospitalaria, vivificadora.



Amor y Cruz en la familia  

Jesús nos advierte que, cuando ya no esté con nosotros, tendremos que “ayunar”, es decir, ir tras sus huellas de entrega y muerte. Por eso nos envía la Cruz, que debe ser amada ante todo en el ámbito familiar, comenzando por las dificultades de convivencia con el propio cónyuge. La fuerza para amar siempre la obtenemos de la Eucaristía.



La esposa y madre lleva alegría y paz

El Reino de Dios se advierte por la presencia de la gracia santificante –justicia- y por la alegría y la paz, frutos del Espíritu Santo. Y eso nos invita a sembrar esos frutos, particularmente en la vida familiar. Especial cualificación para ello revisten las madres y esposas, que con su intuición, tacto, afecto, paciencia y generosidad suavizan asperezas y tensiones.