Con lámparas encendidas
Estén, con sus lámparas encendidas… esa tenue luz de las lámparas de aceite nos permite equipararla a la fe. Porque con ella podemos ver en la penumbra del mundo que está más allá de lo sensible e inteligible. La carta a los Hebreos encomia la fe de los justos del Antiguo Testamento. Para nosotros, el termómetro de nuestra fe es el inefable misterio de fe de la Eucaristía.