Para el que tiene fe, todo es milagro.
Los milagros ocupan un lugar muy relevante en los Evangelios. Y no los relatan todos, porque si así fuera, no cabrían los libros en el mundo, dice san Juan. Un milagro muy elocuente es el de Jesús caminando sobre las aguas, y Pedro que quiere ir a Él. Al mantener la vista en su Señor, andaba sobre las aguas; en cuanto advierte el viento impetuoso, comienza a hundirse. Oigamos también dirigidas a nosotros las palabras de Jesús a Pedro: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” Estamos invitados a descubrir los milagros que hace Dios en cada instante.