Confía en Dios
El pecado esencial, el primer pecado de Adán y Eva, fue desconfiar de Dios. Y el demonio sigue insinuándonos esa desconfianza: Dios tiene segundas intenciones, no te fíes de Él absolutamente. Y entonces nuestra vida desemboca en senderos de desaliento, inquietudes y pesimismos. Confiando, vivirás alegre y agradecido.