Transmitir alegría
La alegría viene del encuentro, porque el cristianismo es un rostro, una persona. Es el Mesías, que con su llegada nos trae cuanto puede proporcionarnos contento y paz. La alegría no es una virtud distinta a la caridad, sino cierto acto y efecto de ella. La tristeza vendría a ser, entonces, una suerte de apostasía de la fe.