Dame, hijo mío, tu corazón.
“Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón”. Pasaje del libro de los Proverbios, antecedido por otro en el que Dios nos dice: “Dame, hijo mío, tu corazón”. Dios podría tenerlo todo, excepto un corazón cerrado a su amor. Como ama, le importa tanto nuestra respuesta de amor puro. Necesitamos una gran finura de alma para evitar el deterioro de nuestro corazón, buscando asimilarlo al Purísimo de María.