Semilla en Manos Llagadas
Así como el Padre celestial envía al mundo al Hijo, así el Hijo nos envía a nosotros. Apasionante tarea, que tendrá eficacia si la semilla se empapa en la Sangre del Redentor. Se trata de santificar alma por alma, llevándola a la plenitud de la vida cristiana. Somos portadores de esperanza y de inmortalidad, decía san Juan Pablo II.