El tiempo es un tesoro divino
Dios nos habla con el lenguaje de la creación. Por ejemplo, con los árboles: están dirigidos al cielo y a la vez firmemente arraigados. En ellos encontramos no solo sombra y cobijo, sino también frutos. Jesús maldijo la higuera estéril. Busquemos dar frutos de vida eterna, aprovechando el tiempo no solo físico, sino también el mental y el afectivo. Todo en la dirección del amor a Jesús.