Ven, oh Espíritu Santo.
Seguimos la recomendación del Jesús: no se alejen de Jerusalén aguardando al Espíritu Santo. Eso queremos hacer en este Decenario, porque el Espíritu es la Ley Nueva, la ley interior. Sin Él, nada podríamos. La letra mata, el Espíritu vivifica, decía san Pablo. Solo si nos visita, podrá cambiar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne. Invitándolo, nos inspira y nos fortalece en el proceso de santidad.