La principal de nuestras necesidades
¿Cuál es nuestra mayor necesidad? ¿Y de la Iglesia, y de la humanidad? Sin duda el Espíritu Santo, la infusión en nuestras almas, instituciones y países del Espíritu de Dios. Él nos sitúa en el mismo ritmo de la vida divina, que es vida de amor. San Efrén el Sirio comparaba la actitud ante la llegada del Espíritu Santo con antorchas dispuestas a ser encendidas, como marineros atentos a la voz del capitán, como agricultores preparados para sembrar.