4 de febrero
Fe para agradar a Dios
En el siglo XIX se desarrolló en ambientes protestantes la teología liberal, a la que le parecía indigno de los Evangelios la presencia de los milagros. Era, decían, como una rendición del intelecto. Nosotros confesamos la verdad de ellos como “sello del Rey”, que testifican la divinidad de Jesús. Y no solo eso: afirmamos que, en realidad, todo nuestro mundo es milagroso. Estamos invitados a descubrir la suavidad del universo rompiendo la dura barrera del materialismo.