Identificación con Cristo



Rocío que cae sobre la tierra

“Cielos, dejen caer su rocío; nubes, esparzan al Justo. Que la tierra se abra y produzca como un germen al Salvador (Isaías 45, 8). A la letra, eso ocurrió en la Encarnación del Verbo. La tierra, la materia, recibe a la divinidad. Y es el fundamento para confiar en nuestra propia divinización, en ser el mismo Cristo. Parecería una audacia decirlo, pero es el proyecto del Padre celestial, que seamos Jesús.



Permanezcan en Mí

Jn 15, 4: Permanezcan en Mí, como Yo en ustedes. Si ya sería mucho que nos invitara a comer, o que nos invitara a habitar bajo su mismo techo… maravilloso resulta que nos invite a permanecer en Él. No intermitentemente, sino de modo continuo. Es resultado de la gracia, pero podemos colaborar con una vida de oración profunda y una limpieza de mente y corazón.



No yo sino Cristo

La Encarnación del Verbo nos enseña que el hombre puede ser elevado a la altura de Dios. Conciencia de nuestra identidad: somos hijos del Padre por la unión de amor con Jesucristo. ¿Cómo lograr esa identidad en pensamientos y afectos con el Dios hecho hombre?