Iglesia




La Iglesia es cada uno

Ante el inminente sínodo de obispos, nos sentimos urgidos a rezar por la Iglesia. Comprenderla no como mera institución, sino como arraigada en Cristo. Por eso, cada uno somos Iglesia, y nos duele su sufrimiento, y nos solidarizamos en el crecimiento en santidad.



Creo en la Iglesia

La Iglesia es un misterio que no alcanzaremos a comprender en esta vida. Es el misterio de la continuidad de Cristo en el mundo: sin Jesús, la Iglesia se desmoronaría en la nada. Cuando se observa la superficie de la luna, no se ven sino piedras, arena, polvo. No tiene luz de suyo. Igual la Iglesia: es lo que es porque brota del costado abierto del Señor.



El Espíritu, el agua y la sangre

En la primera carta de san Juan se dice que los testigos son tres: el Espíritu, el agua y la sangre. Y los tres están de acuerdo en su testimonio. Del costado abierto de Cristo en la Cruz surge la Iglesia, que es la Esposa de Cristo y un cuerpo con Él. Por eso, a pesar de los avatares, la Iglesia es indefectible. Dolernos con las heridas de la Iglesia, y aportar nuestra santidad personal.