Ancianidad



Cruz y ancianidad

Ver al Crucificado redimensiona nuestra vida. Y nos permite darle sentido al sufrimiento, sobre todo al que envía Dios. Uno particular es el de las limitaciones de la edad: soledad, sordera, sensación de inutilidad… Prepararnos a esa etapa con la vida contemplativa, particularmente con la contemplación de la Pasión.



Saber envejecer, saber morir.

Memento mori, decían los antiguos. “Piensa en los novísimos”, el libro de los Proverbios. “Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor”, el Apocalipsis. ¿Cómo debo plantearme yo mi muerte? Como se la planteó Cristo: como meta de su existencia. Podemos darle un nombre más dulce: “El Encuentro”. Saber morir comporta saber envejecer. Descubrir la hermosura y el valor de la vejez, siendo más y más contemplativos.



Más santidad al paso del tiempo

“Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar”. Jesús advierte el peligro de aflojar el ritmo de santidad con el paso del tiempo. Los últimos años de la vida son los más importantes. Las almas, como el buen vino, mejoran con el tiempo, decía san Josemaría. ¿Es mi última época la mejor en cuanto a mi unión con Dios?