La resurrección del hijo de la viuda de Naím es icono de lo que sucede luego de la muerte. Oiremos la voz de Jesús que nos manda levantarnos, veremos su rostro y Él nos entregará a nuestra Madre.
Ve a Cristo
Jesús cura milagrosamente a una mujer encorvada, que puede ya mirar al Cielo. Él repite ese milagro en nuestras almas cada vez que lo buscamos en la oración.
Cara a cara
Jesús dice de sí mismo que es la Puerta, y que quien entre por Él se salvará. No tenemos sino un Salvador, que imprime una única dirección en nuestra vida. Vamos, pues, a lo esencial: a llenarnos de Cristo, a base de un trato directo, “cara a cara”.