Pobreza




Perseguir a Dios

Una constante de la vida de Jesús es la pobreza. Perseguirla, para tener la libertad de las aves que vuelan sin atarse a la tierra. Sin la pobreza de espíritu no se puede ser discípulo de Jesús.



Libres para amar

Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo (Lc 14, 33). Grandísima exigencia, y no es metáfora: se trata de todo. Libres nos quiere Dios, atados solo a Él. Entonces podremos amarlo incondicionalmente. Atender a la argucia del demonio, que nos “pilla” para que no dediquemos toda nuestra atención a Dios.



Pobres para poder amar

Para vivir como enamorados necesitamos el corazón libre. Con el fuego del amor es más fácil desprendernos de cualquier atadura. Doctorarnos en la pobreza: de la aceptación del desprendimiento se siguen los frutos de santidad. Y al revés.