Tibieza



La frivolidad impide oír a Dios

Jesús tuvo todo tipo de interlocutores en su vida. Habló con los pobres, con los ricos, con los ignorantes, con los sabios, con los pecadores y con su Madre, que no tenía pecado. Pero no habló con Herodes. Este hombre quería divertirse, era frívolo. La frivolidad no permite establecer comunicación con Dios.



Simón y Magdalena

Jesús fue registrando todas y cada una de las desatenciones que percibió en casa del fariseo Simón, y el contraste con los detalles de amor manifestados por la mujer pecadora. Entendamos que esos detalles protegen de la tibieza, que es pactar, contemporizar, con la vida muelle. Para evitarlo, cuidar las cosas pequeñas, ser amigo de la renuncia y subordinar las facultades naturales a la fe, la esperanza y la caridad.



Almas retardadas (2)

La invitación de Dios a la apertura y la relación no se pierde solo por el pecado, sino también por el amor menguado, la tibieza. Los maestros de la vida espiritual llaman también a ese estado el de “almas retardadas”, e invitan a conjurarlo al subordinar la actividad natural a las virtudes teologales.