Quién es



Bienaventurado el que no se escandalice de Mí

Muchos de los oyentes de Jesús se escandalizaban de Él, sobre todo cuando lo oían decir que era el Hijo de Dios. Queremos hacernos acreedores a esa bienaventuranza confesando nuestra fe en la Encarnación del Verbo: un prodigio que evita una fe evanescente, una quimera. No nos escandalizamos de Él cuando lo encontramos vivo y el mismo en la Eucaristía y en nuestra cotidianidad.