Orar es oír



Saber oír a Dios

El sucesor de Pilato, Félix, oía con gusto a san Pablo, hasta que este habló “del juicio venidero”. Desde entonces, se negó a volver a oír nada del Apóstol. Y es que no nos resulta grato ver nuestro interior, pero hemos de hacerlo con deseo de agotar la verdad. Solo así podremos presentarnos sin sorpresas al juicio de Dios.