Juicio



Quien me juzga es el Señor

Jesús es uno con el Padre, y todo lo que ha oído del Padre nos lo ha querido revelar. Pero hay algo que el Padre le dejó a Él en exclusiva: ser Juez de vivos y muertos. ¿Por qué? Porque Jesucristo es la norma original y definitiva, el fundamento y el centro que otorga realidad no solo al hombre, sino a toda la creación. La mirada de Cristo nos purificará como el fuego, haciendo que caiga la paja de lo superficial y aparente con que intentamos protegernos.



El juicio particular y la verdad

Ante la mirada de Dios, toda falsedad se deshace, quemándose como paja seca. Ubicarse en la verdad a través de la oración de escucha y el examen de conciencia, entendido como un diálogo lleno de confianza con Jesús o con María. Entonces nuestro juicio particular será un momento de gozo.



Eucaristía y novísimos

Santo Tomás Moro escribió un librito en que destaca la importancia de la enseñanza “Recuerda los novísimos y no pecarás”. Dice que es receta eficaz para todos los males. En efecto, los novísimos nos recuerdan que tenemos futuro… y, además, esplendoroso. ¿Qué nos prepara para la eternidad? La Eucaristía. Es el sacramento que, desde ahora, nos hace inmortales.