Septiembre



20 de septiembre

Hambre y sed de amar a Dios

Jesús en el discurso de las bienaventuranzas no distingue entre el cielo y la tierra. Algunas tienen su premio aquí y otras allá. La de hambre y sed de justicia solo se saciará en el Cielo: aquí siempre puede aumentar. Una manera de medir esa hambre y esa sed es nuestro deseo de la Eucaristía.