Pasión



Meditar la Pasión nos ubica

Jesús, al entrar en Jerusalén el Domingo de Ramos, nos revela que su alma está turbada. Después, en Getsemaní, lo veremos angustiado. ¿Sabemos acompañarlo? Estamos siempre teniendo crucifijos ante nuestros ojos, y corremos el peligro que no nos diga nada. ¿Soy devoto de la Pasión de Cristo? Porque es una devoción recia, que me ayudará a que no me problematice.



No dejes de sufrir por Él

El misterio de amor del lavatorio de los pies y de la institución de la Eucaristía no podía quedar ahí. Asistimos al drama en el que ese Cuerpo ofrecido fue efectivamente destrozado, y esa Sangre derramada. La semejanza entre un Dios crucificado y yo es que no deje un momento de sufrir por Él. Entonces tenemos la garantía del amor auténtico.




Devoción a la Pasión

Jesús pide, como condición, para seguirlo, tomar nuestra cruz. Pero, ¿cómo sacar fuerzas para ello? Con la meditación de su Pasión. Meditando, por ejemplo, sus Siete Palabras en la Cruz, o teniendo devoción a sus Santísimas Llagas. Como san Josemaría, a la de la Mano derecha. O meditando el Stabat.