La oración es un Tú
Lo importante de la oración es el Tú con mayúscula, el Tú de Cristo. Vamos ahí a llenarnos de la seguridad de su presencia y de su amor. En eso radica el kerigma, lo esencial de la Iglesia. Se trata de presentar a Jesús vivo, para después catequizar, moralizar, etc. Pero para poder presentarlo hace falta el encuentro previo con el Tú en la oración.