Veracidad



Amor a la verdad

No lo dudemos: la verdad es de Dios; la mentira, del demonio. Es preciso desenmascararla, tanto en nuestra vida personal como en la sociedad. San Josemaría decía: “La Obra, hijos míos, es muy amiga de la verdad”. Oír la voz de Dios sobre nosotros mismos será la primera forma de situarnos ante nuestra propia verdad.



Afrontar la verdad

Dios nos habla continuamente, y de nuestra docilidad a sus mociones depende lo directos que transitemos hacia la santidad. Estar en la verdad, sin miedo, porque el proyecto de nuestra vida es de Dios, y Él sabe cómo conducirnos. En el examen, en la oración y en toda circunstancia, podemos adelantar nuestro juicio particular.



Vive en la verdad

No hay consorcio entre la luz y las tinieblas. Tampoco lo habrá en nuestra vida si nos mantenemos en la senda de la verdad. Porque, el día de nuestro juicio, toda falsedad será quemada como paja. Al examen de conciencia, y también a la oración, vamos fundamentalmente a oír. Descubrir el fondo que late en cada una de nuestras acciones, y permitir que la gracia nos transforme y nos renueve.