Obediencia



Libertad y obediencia 

Característica de la personalidad de Jesús, su firme determinación para cumplir la voluntad del Padre celestial: No he venido a hacer mi voluntad, sino la del que me envió. Nosotros somos, como Él, enviados y, como Él, hemos de amar la voluntad que nos envía. Entonces haremos bueno uso del don de la libertad, y tendremos la seguridad de estar en el camino hacia el Cielo.



Obedecer salva

El evangelio del miércoles de la semana XXX del tiempo ordinario nos presenta a Jesús advirtiendo que Él no reconocerá ante su Padre a algunos que convivieron con Él y lo vieron hacer milagros. Advirtamos nuestra condición de criaturas, que deben ante todo obedecer los distintos modos en que Dios, comenzando por la misma realidad.



Vivir inmerso en la obediencia

Las consecuencias del sí de María son pasmosas. ¡Cuánto depende de un sí! Pero ese sí procede de la escucha de Ella. María oye y entonces responde. Así ha de ser nuestra vida: oír, tener una vida traspasada por la escucha. Eso es ob-audire, obedecer. Obedecer es asunto de ontología, como la naturaleza inanimada lo hace. Porque es, al fin y al cabo, reconocer la supremacía de Dios.