Corazón limpio
La Purificación de María en el Templo nos recuerda la bienaventuranza de los limpios de corazón, que son los que ven a Dios. La vida espiritual es un asunto amoroso, y por eso se precisa la correcta jerarquía de afectos para ver a Dios, es decir, para ser contemplativos. No se trata de ser insensibles a las cosas buenas, sino de lograr que ellas nos unan más a Dios.