En Cristo y por Cristo, Dios nos llama a ser sus hijos de adopción y, por tanto, los herederos de su vida bienaventurada. ¿Qué males se siguen al desconocer nuestra identidad? Fomentar la “soberbia” de sabernos hijos de Dios.
Santidad es amor
La vida divina que hemos recibido comporta la unión con Cristo, a través del amor. La gracia y la oración continua nos hacen ser más y más Él. Es la llamada a ser santos, que no es sino la nueva vida en el amor a Jesús.
Ruina del pecado
Desconfiar del amor de Dios da origen al pecado, y con él, a todos los males. La enajenación del hombre en cuatro órdenes: con respecto a Dios, a sí mismo, a los demás hombres y al cosmos. Sensibilidad para no acostumbrarnos a convivir con el pecado.