Inmaculada



Antífonas a la Inmaculada

El Espíritu Santo inspira las plegarias litúrgicas para expresar nuestra fe. A María la aclamamos como la toda bella. Toda belleza es un reflejo de Aquella que es la belleza esencial. Qué bueno sería que nosotros reflejáramos a María con la belleza de nuestra alma.



Madre de la Gracia

“Bienaventurados los devotos de María, porque su nombre está escrito en el libro de la Vida”. Convicción de san Buenaventura que nos cuestiona: ¿cómo ser devoto de María? Lo primero es por nuestra asimilación a su alma inmaculada: aborrecimiento al pecado y a las ocasiones de cometerlo.



La Inmaculada es nuestro destino

María, sin pecado. María, en gracia concebida. Cuánto bien nos hace contemplar a la Purísima: nos anima, nos recuerda el proyecto de Dios, que de ahí somos. Cuánto bien nos hace comprobar que uno de los nuestros está más allá de todo mal y de toda limitación. La Inmaculada alienta nuestra esperanza.