Mortificación



Pasión de Cristo y mortificación

Mucho bien hace al alma meditar la Pasión de Cristo para redimensionar nuestra vida. Nos llevará a amar la Cruz, nos hará vivir mejor la Misa y evitará que convirtamos la imprescindible contrariedad en tragedia. “Dios escucha especialmente a las almas mortificadas y penitentes”, decía san Josemaría. Ejemplos de situaciones que, activa o pasivamente, podemos aprovechar.



Mortificación vivificante

El viernes de la semana VI del tiempo ordinario, el evangelio de la Misa nos presenta la invitación del Señor a perder la vida para salvarla. No es la mortificación un fin en sí misma, sino un medio para vivir la vida nueva. El olvido propio es para pensar en Otro, y la abnegación es para afirmar el Tú. Es entonces cuando la renuncia impulsa a crecer en el amor.



Estar en el mundo sin ser del mundo

El tema de la meditación es “Secularidad y coherencia”. Encuentra un apoyo escriturístico directo en la petición de Jesús a su Padre: No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal. No contemporizar, ajustándonos a los criterios mundanos, viendo a las personas y a los acontecimientos con ojos de eternidad.