Vida interior



Fortalecidos en lo interior

En la carta a los Efesios, san Pablo eleva su súplica al Padre celestial para que todos seamos “fortalecidos en el hombre interior”. El proceso arranca de hacer que, por la fe, Cristo habite en nuestros corazones. Entonces resultamos “arraigados y cimentados en el amor”, en una proyección que nos deja pasmados: “llenarnos de la plenitud de Dios”.



Porque ha amado mucho

La lectura del Santo Evangelio en la Misa del jueves de la semana XXIV presenta el pasaje de la pecadora en casa de Simón. La reacción de Jesús manifiesta una extremada sensibilidad. Démosle alegrías al tratarlo en las normas de piedad creando verdaderos ámbitos de lo sagrado, advirtiendo la gran diferencia entre hacerlo y no hacerlo. Las normas de piedad son ejercicio de virtudes teologales.



Ser rico ante Dios

En la parábola del rico insensato, Jesús nos invita a atesorar para la vida eterna: “ser rico ante Dios”. Hacemos acopio de riqueza al crecer en gracia santificante, en amor a Jesucristo. Y para eso, cumplir amorosamente las normas de piedad. Ser santo es tener vida interior.