Dios de Vida
Yo soy la Resurrección (Juan 11, 25), dijo Jesús a Marta cuando Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Solo Dios puede devolver la vida a los muertos, como solo Él es el Dios de la Vida. Vivamos más y más de esa Vida que Cristo nos comunica, principalmente a través de la Eucaristía. Empezará para nosotros, ya desde ahora, la Vida indeficiente.
Conocer a Cristo para darlo a conocer
“A quien me reconozca abiertamente delante de los hombres, Yo lo reconoceré abiertamente ante mi Padre celestial”. Y para re-conocerlo, antes es preciso conocerlo. Porque se trata de remover los corazones para hacerlos capaces de buscar, encontrar, seguir, amar, permanecer en y con Cristo. Tarea delicadísima, superior a nuestras fuerzas.
Jesús es el sentido de la vida
Hemos llegado aquí, al sitio donde estamos, después de un viaje más o menor largo. Este viaje está integrado en uno mucho mayor, que comenzó con nuestro nacimiento y terminará con la muerte. Busquemos el sentido de este andar, siempre en la dirección de la Estrella, que es Cristo. Se trata de una Persona, a la que debemos encontrar personalmente, porque vive resucitado en nosotros.