Unidad de vida



Llamados a la unidad

Los primeros cristianos, dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, eran un solo corazón y una sola alma. Nosotros queremos imitarlos, teniendo un mismo sentir, el de tomarnos en serio la santidad. Ejemplos tristes en la historia de la Iglesia: Judas, Lutero, Zwinglio… hasta las rebeldías de obispos contemporáneos.



La importancia de la unidad

Quizá a veces no apreciamos en todo lo que vale el valor de la unidad. En las familias, por ejemplo, la unidad se pierde por cuestiones de dinero. En los países, por regionalismos, en los partidos políticos, por intereses mezquinos. Pero la unidad es don divino, como que procede de la misma Trinidad. A eso nos llama el Señor: Que ellos sean uno en nosotros. Lo que rompió el pecado, lo recompone el Espíritu de amor.



Unidad de vida desde el interior

La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado (Mt 6, 22). Con esta metáfora, Jesús nos habla de purificar aquello que ilumina nuestra vida: la conciencia, el corazón. Si logramos unificarnos en lo interior por el amor, nuestra vida será coherente, y no existirán rompimientos ni colisiones entre lo que Dios nos pide y lo que hacemos.